Tengo 16 (casi 17) años, y tengo fobia escolar desde los 10.
por Miriam
(España)
A mi de pequeña me encantaba el colegio. Recuerdo que deseaba mucho que empezasen las clases. Los primeros cursos los aprobaba simplemente con escuchar en clase y todas mis notas eran de excelente.
Cuando tenía unos 7-8 años empecé a estar incómoda con mi grupo, con mi clase. No me sentía bien con ellos, no sé por qué. A día de hoy creo que es porque por aquella época pasé por ciertos problemas familiares y eso hizo que madurara antes de tiempo, con lo cual no me sentía como una más. Yo misma sentía que no era como ellos. Que no era capaz de comportarme como ellos. El hecho de estar incómoda con mi grupo repercutió en mi, pues no me sentía cómoda y empecé a ver el colegio de manera negativa. Era un lugar al que no quería ir.
Hasta los 10 continué igual. Mis notas iban bajando cada vez más, iba cada día más perdida, y recuerdo que me sentía cada vez peor. Y todo porque al no sentirme bien en clase, me distraía y no escuchaba a las profesoras.
A los 10 años todo cambió. Me tocó una profesora que, la verdad, no debería estar ejerciendo esa profesión... Más bien debería estar con alumnos más grandes o directamente trabajando de otra cosa. Las clases con ella eran insufribles. No por contenido (ella enseñaba muy bien, todo sea dicho), sino por el trato que tenía hacia nosotros. Era una sargento. Exigía demasiado para nuestra edad. Y encima nos ponía en ridículo delante de toda la clase por un mísero fallo, ponía castigos ridículos y excesivos, e incluso promovía indirectamente el odio del grupo hacia los alumnos "menos avanzados". Era un horror. ¡He llegado a ver cómo pegaba a un compañero mío en varias ocasiones! Yo tuve ansiedad todo aquél año sin ser consciente (era una niña... sabía que estaba nerviosa pero no sabía por qué), todos íbamos con miedo a clase y había compañeros míos que sufrieron ataques de pánico/ansiedad. Fue horroroso, lo repito, pero el hecho de pasar miedo durante un año entero hizo que me exigiera muchísimo a mi misma y pasase de casi suspender a volver a sacar puros 10.
El curso siguiente fue un soplo de aire fresco para mi. Realmente sentí que podía respirar al fin. Pero cuando empezaron las clases me di cuenta de que yo estaba diferente... Me había vuelto bastante tímida, no hablaba a penas nada (ni siquiera para responder algo a la profesora) y me sentía aún más incómoda en el colegio. No solo por los alumnos, aquel año también me empecé a sentir incómoda con los profesores. Ellos no me hacían nada malo, pero no podía verles, no quería estar con ellos. El curso siguiente fue igual.
Cuando entré a la secundaria, con 13 años, volví a notar un cambio en mí. Me di cuenta de que no soportaba estar en clase, tal y como ya pasaba anteriormente, sino que aquella vez me sentía peor al lado de mis compañeros. No me gustaba estar con ellos. Se estaban volviendo todos muy chulos, muy estúpidos. Lo hablaba con mi madre y ella solo me decía que yo fuera a lo mío y ya está.
El segundo curso de secundaria fue el peor de todos... Yo soy una chica bastante sencilla, la verdad. Simplemente trato de ser educada, buena hija, buena amiga, buena estudiante... Nada más. Nunca he buscado ningún tipo de problemas. No me gusta salir de fiesta, ni emborracharme... Me gusta estar en casa con mi familia y pasar tiempo con mis amigos más cercanos. Bien, pues eso a mis compañeros no les gustaba. Y se dedicaron buena parte de aquél curso a llamarme monja (soy tímida con los chicos y en aquél momento estaba muy acomplejada con mi cuerpo porque me habían salido estrías debido al crecimiento y me daba vergüenza usar pantalón corto o blusas de tirantes)... De llamarme monja pasaron a palabras mayores: "rara", "tonta", "fea" (cuando curiosamente todo el mundo dice que no lo soy, pero yo ahora ya no soy capaz de creerlo), "estúpida"... Cada día me martilleaban la mente con esas palabras. Y lo mejor de todo fue que eran palabras dichas casi siempre por mi supuesta "mejor amiga". Me destrozó el autoestima como nunca antes. Pasé el año como pude, y mis notas llegaron a tambalearse un poco, pero aún así conseguí mantenerlas en 9 y 10. No entendía porqué me trataban así, si yo era buena con ellos.
Al año siguiente, en 3º de secundaria, volví a las clases de septiembre deprimida. Literalmente. Tenía 0 ganas de verles, de aguantarles, de aguantar las tediosas clases, de ver a profesores amargados... Sin embargo aparecí. Y me pasé los 3 primeros días sin hablar con absolutamente nadie. Era como una zombie. Iba a clase, hacía ver que prestaba atención a las clases (no tenía ganas de estar allí ni de nada), y me iba a mi casa. Si alguien me hablaba respondía con las mínimas palabras posibles y con voz baja. No tenía ganas de hablar. Y cuando me hablaban sobre algo gracioso o me explicaban un chiste ni siquiera era capaz de fingir una triste sonrisa. No podía. Solo tenía ganas de llorar. Un día mi madre me empezó a dar antidepresivos naturales, y eso me levantó el ánimo lo suficiente como para acabar con aquella situación. Empecé a arremeter contra todo aquél que me hablaba mal. Y finalmente me dejaron en paz. Y recuperé parte de mi autoestima, además.
Finalmente, acabé esos dos últimos años lo mejor que pude. Falté muchas veces a clase porque realmente no me sentía capaz de afrontarlo. Sentía que en algún momento reventaría y me echaría a llorar delante de mis compañeros. Creo que les odiaba. Y no me gustaba estar con mis profesores. Y las clases eran increíblemente aburridas. Aún así conseguí sacarme el título con una nota final de 9,2.
Una vez salí de allí me sentí liberada. Ahora tocaba bachillerato y estaba muy ilusionada. Por fin iba a encaminarme a medicina, que era lo que yo quería hacer (ahora ya no lo sé porque allí me mataron la motivación). Por fin iba a encontrarme con gente decente, más madura, más centrada... Pobre ilusa. Qué inocente fui... Me llevé la mayor bofetada de mi vida.
Este año entré al instituto (yo antes estudiaba en un colegio) y noté mucho el cambio. El mismo día que empecé tuve ganas de dejarlo. Me vi envuelta de gente que no me esperaba que iba a ser lo que era. Había profesores que parecía que disfrutaban hundiéndote la moral. Encima me costaba alcanzar el nivel. Me di cuenta de que no quería saber nada con nadie ni nada de allí. No me gustaba estar allí. Se lo comenté a mi madre y ella me dijo: "Tranquila, tienes que adaptarte. Dale una oportunidad al instituto". Lo hice. Y no sirvió de nada. Pasó 1 mes para que todos supieran cómo me llamaba, y 2 más para solo hablarme con 5 de 32 personas que había en la clase. No era capaz de encajar en el instituto porque no era capaz de hablar con nadie. Les veía a todos no como a compañeros, sino como a personas agresivas y abusonas que estaban deseando meterse conmigo. Ahí me di cuenta de que tenía un trauma. Además, no tenía tiempo ni para respirar de la cantidad de trabajo que tenía que hacer, lo que aumentaba mis nervios. Mi ansiedad llegó a tal extremo que experimenté prácticamente todos los síntomas que se puedan encontrar de la ansiedad. Vivía solo para hacer deberes e ir a clase, cosa que odiaba porque lo asociaba con todo lo que había en el instituto, y no tenía tiempo para nada más. Mi tiempo era absorbido por algo que me causaba rechazo y frustración. No he llorado tanto en mi vida como en aquellos 3 meses... Me sentía impotente y mal conmigo misma. Y cada día que me levantaba era sufrimiento para mí. Cada mañana me llevaba mi madre al instituto y recuerdo que siempre salía del coche con la frase "Que asco de vida" después de que ella me dijera que todo me iría bien, cosa que no era así. Vivía con tanto estrés que me ponía a llorar repentinamente y sin poder evitarlo en cuanto pensaba en las clases, en el hecho de tener que estar encerrada en una aula con 30 personas que no me inspiraban ninguna confianza y un profesor que percibía como una amenaza. Llegué a llorar mientras cenaba... intentaba comer y como no podía parar de pensar en que tenía que ir al día siguiente allí y aguantar otro día más, comía y lloraba a la vez. No podía evitarlo. Y ya sé que suena ridículo. También tuve con contenerme en algunas clases.
A finales de noviembre me tuvieron que operar de algo que no viene a cuento y estuve 2 semanas sin ir a clase. Agradecí tanto el alivio psicológico que sentí, que decidí que no iba a volver a sufrirlo. Y lo he dejado. Necesitaba paz mental. Me estaba volviendo loca. Yo... La empollona de la clase aspirante a medicina ha dejado el bachillerato antes de acabar el primer trimestre. Y nadie sabe cómo me duele eso. Siento que he fracasado, aunque tenga toda la vida por delante. Y encima no tengo claro si quiero hacer medicina, porque al ir al instituto he sentido que no valía para nada y me da mucho miedo no poder con los estudios. Estoy muy desmotivada.
Finalmente, y ahora ya sí que acabo, mi madre contactó con una psicóloga para tratar mi problema. Y solo con una llamada de teléfono dijo que yo tenía fobia escolar. Mi tratamiento consistirá en una terapia grupal con 3 chicas más, que casualmente tienen la misma edad que yo, pero aún no he empezado. Espero que me sirva. Por el momento tengo claro que este septiembre de 2016 cursaré el bachillerato a través de internet, al menos el primer curso. De momento no soy capaz de hacerlo de forma presencial.
PD: Supongo que debido a lo extenso que es mi comentario no la leerá nadie... Pero al menos me he desahogado.